«'Tintimán' fue, en cierto modo, producto de una desilusión»

VIGO

El peluquero, editor de la mítica revista de la movida viguesa, recuerda cómo se gestó la lujosa publicación sobre arte, cultura y tendencias que hizo historia con cinco ejemplares

09 dic 2008 . Actualizado a las 11:46 h.

Aunque la peluquería es la profesión de Javier Moreda, un oficio heredado por tradición familiar, hay otra actividad por la que este nómada vigués del 59 será siempre recordado dentro de la historia de la ciudad y de la edición.

Su mérito, que no fue poco en una época en la que se gestó el intento más serio para sacudirse el «pailanismo» imperante, fue liderar un proyecto editorial inédito y estéticamente revolucionario. Moreda es el padre de la revista Tintimán , una publicación de grandes dimensiones de la que solamente llegaron a salir a la calle cinco números que hoy forman parte de esos pequeños tesoros buscados por los coleccionistas.

Curiosamente, Moreda no forma parte de ese colectivo de adictos a la recopilación, ya que siendo el progenitor de tan apreciada criatura, no los tiene. Mejor dicho, no los tenía, porque con motivo de esta entrevista, hizo una batida entre sus amistades para conseguir el mayor número posible de ejemplares. Por suerte, dio con el amigo adecuado. El empresario y productor Javier Villar -artífice de otro desaparecido local mítico, El Malecón-, desprendido y generoso, no se brindó a dejárselas, sino que se las regaló. Ahora, Moreda ya tiene a casi toda su prole de papel reunida: el número cero, que salió en diciembre de 1984 (al precio de 200 pesetas); el número 1, que se publicó unos meses después; el número doble 3-4, y el quinto y último (que costaba 450 pesetas). Ya solamente le falta el dos.

Cosas que pesan demasiado

El peluquero explica que el hecho de haber vivido en tantos sitios (en Bilbao, A Coruña, Caracas o Cabo Verde) ha condicionado sus costumbres. «Fui coleccionista de pequeño, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que eso pesa demasiado, y pesa en todos los sentidos, por eso vas dejando cosas atrás. Lo que tengo es una buena memoria, por suerte», comenta.

«En aquel entonces todos estábamos metidos en un montón de cosas diferentes. Nos interesaba todo. Nos preocupaba la política de una manera inmediata y todavía creíamos que podíamos hacer algo más. En cierto modo, Tintimán fue producto de una desilusión, de ver que mucho más no podíamos hacer, de escapar al menos hacia una realidad más rica culturalmente». Para Javier, la eclosión de Tintimán era como «la superación del ciclostil», la rudimentaria máquina para reproducir copias, muy utilizada para los panfletos durante el franquismo. «Para determinadas corrientes de la izquierda, todo lo que tuviera color era sospechoso. Lo serio era el blanco y negro y todo lo que sonara a diseño no estaba bien visto», cuenta.

Moreda, que entonces tenía 24 años, fue el aglutinador de una oleada de sensibilidades que coincidieron en un momento en el que Vigo asomaba la cabeza en múltiples facetas de la creatividad. «Yo me vi envuelto en una situación que no buscaba de una manera consciente. Quería sacar algo y acabé liado con un montón de personas que tenían muchas cosas que decir y unas ganas terribles de decirlas en otros medios que no fueran los tradicionales». Tintimán se publicó de una forma anárquica durante 1984 y 1985 y desapareció de la misma forma que llegó: sin avisar. Su editor interpreta que se debió «a la ausencia de un planteamiento empresarial consolidado». Además, recuerda que aunque parece que llevamos toda la vida enganchados a la red, en los años 80 no había ordenadores, ni Internet, ni cámaras digitales ni muchas otras cosas que agilizan y abaratan los costes. «Editar era muy, muy caro», asegura.

Visto desde ahora, un cuarto de siglo después, le parece casi un milagro haber pasado de la cutrez absoluta de las publicaciones de la época a estar liderando un proyecto audaz, moderno e inédito ya no solo en Vigo o en Galicia, sino en todo el país. Tintimán tuvo distribución en toda la península y se vendía en Barcelona y en Madrid, con textos en castellano y traducidos para España los que se publicaban en gallego y en portugués. «Llegamos a tener 15.000 de tirada», rememora.

El nombre de la revista, según explica, es una expresión que utilizaban sobre todo los marineros gallegos que se podría traducir como «coger el tranquillo, el quid, lo justo o lo preciso. Tintimán es un vocablo que se había perdido pero luego se recuperó y ahora se recoge ya en varios diccionarios».

Después de aquello, Moreda no volvió a encabezar ningún proyecto similar, aunque sí continuó vinculado al sector como colaborador en revistas especializadas como Dediseño o Croquis .

La peluquería y la política

Aunque sigue vinculado al mundo de la peluquería, Javier ya no dispone de local alguno y solo corta el pelo en ocasiones muy concretas, a una selecta clientela del ámbito de la empresa, la cultura o la moda a los que visita a domicilio. Pero ahora, sobre todo, se dedica a la formación y a la asesoría a profesionales en un trabajo que conoce a la perfección. Su abuelo, Constante, inauguró la saga que siguieron sus hijos, nietos y ahora continúan en cuarta generación los hijos y sobrinos de los hermanos Moreda.

En cuanto a su interés por la política y pese a aventuras fallidas en el ámbito local como la formación con la que se presentó como candidato a la alcaldía, Vigo de Esquerda, Moreda manifiesta que continúa en la política activa: «Soy independentista y me defino como radicalmente civilizado».